Cuento Policial

 

Agujas sangrientas

En Buenos Aires, eran las 10 de la noche y Josefina estaba paseando a su perro negro en la calle. Cuando se da cuenta de la hora mira el reloj y ya eran las 11:30 de la noche, ella aún no había cenado.

Al llegar a su casa encuentra todo destrozado, dado vuelta, todas las cosas tiradas en el piso, su cama dada vuelta sin sabanas, sin almohadones como si estuvieran buscando plata o simplemente algo de valor.

Josefina entra a su casa con su perro, no entendía nada. Al momento de darse la vuelta para entender de alguna manera lo que había sucedido la sorprenden por detrás con un pedazo de su espejo roto clavándoselo en el abdomen. Como pudo, toda lastimada, sangrando llegó a la cocina, agarró lo primero que encontró, un cuchillo herrumbrado, lo utilizó en manera de defensa y no tuvo las suficientes fuerzas para defenderse, cayó al piso, no paraba de perder sangre.

Con Roly mi compañero de trabajo nos tocó este crimen para resolver. Buscamos testigos, entre ellos apareció Estela su vecina de enfrente, era muy amiga de la familia. Nos comentó que Josefina tenía un hermano, Lucas. Este era muy envidioso de su hermana ya que, según Estela, este crimen fue planeado por él para quedarse con la herencia de la familia.

Intentamos buscar a Lucas para que de su testimonio, pero no hubo caso.

Volvimos a comunicarnos con Estela y nos comentó que Josefina y Lucas nunca tuvieron una buena relación entre ellos. Sus padres fallecieron en un accidente de auto, eran jóvenes cuando sus padres murieron. Josefina tenía 17 y Lucas 20. Estela nos comentó que Josefina confiaba mucho en ella ya que prácticamente desde que se mudó enfrente de su casa, podría contar con ella para lo que sea. Estela sabía tanto que nos comentó que Josefina tenía un reloj de pie que detrás de este guardaba cosas de muchísimo valor y la herencia de sus padres. Pero lo que nadie sabía es que esa herencia le pertenecía a Lucas ya que es el mayor de los dos hermanos.

También nos confesó Estela que la llave de esa puerta que está detrás del reloj de pie se encontraba debajo de una figura específica, como una especie de enano, una decoración que se encontraba al lado de la puerta principal de la casa.

Cuando llegó la hora de entrar a la casa de Josefina, a la escena del crimen, con mi compañero estábamos muy confusos con todo lo que nos había contado esta señora, Estela. Claramente es una información que nos puede servir para resolver el crimen pero nosotros queríamos el testimonio de su hermano Lucas, queríamos hacerle demasiadas preguntas. Nos llamó mucho la atención que no haya aparecido ni en la esquina de la casa de su hermana para ver qué había pasado, o simplemente despedirse de ella.

Entramos a la casa, había demasiada sangre por todos lados, un paso en falso y arruinamos las pruebas del crimen. Roly es muy asqueroso con todo lo que es sangre y cuerpos muertos, no entendía para que había estudiado criminología o se dedicaba a esto pero en un momento Roly se tropieza:

- ¡Cuidado! ¿Roly estas bien? Le dije.

- Si, tranquila estoy bien solo que casi piso sangre. Me contestó.  

- Bueno, tranquilo solo camina con más cuidado. Le comenté.

Agarramos las pruebas que se encontraban allí. Fuimos a examinarlas y solo nos quedaba saber de quienes eran esas huellas que se detectaban en ese pedazo de espejo roto, con el que mataron a Josefina.

Al salir de la casa, con Roly escuchamos ruidos extraños dentro de la casa, se veían movimientos extraños. Decidimos entrar a ver lo que estaba sucediendo y encontramos al reloj de pie tirado en el piso y detrás de él se encontraba un hombre encapuchado. Estela nos empieza a gritar desde afuera:

- ¡Es Lucas! ¡Es Lucas!

A lo que recurrimos a acercarnos a él y al darse vuelta, se sostenía su mano izquierda como haciendo presión, resulta ser que tenía esa mano cortada.

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